Hace apenas unos días, luego de gran incertidumbre, se dieron a conocer los lugares y las fechas para la celebración del carnaval en la Ciudad de Buenos Aires.
Tal como señalamos en nuestra nota del 28 de diciembre, la voluntad oficial para los festejos callejeros, no resultó la mejor. Si bien este año habilitaron algunos espacios más que el año pasado, lo que se hizo fue ampliar los corsos en lugares “cerrados” como plazas, anfiteatros o polideportivos, y reducirlos en las calles.
Nadie esperaba que se volviese a los más de treinta que supo haber hasta hace algunos años. Pero en esta edición sólo habrá, en cada noche, de seis o siete en las calles porteñas. Algunos más si se cuentan los que se realizarán en plazas o pequeños estadios.
Siempre es bueno recordar que el carnaval porteño no sólo “nació en la calle”; sino que en ella encuentra su verdadero sentido.
En el Río de la Plata, aunque con diferencias propias de cada orilla, las murgas son mucho más que meras expresiones artísticas. No desprecian el trabajo, la producción, ni el ensayo. Al contrario. Pero su objetivo trasciende el brillo escénico: son expresiones populares que dialogan con la actualidad, que dicen, cantan y bailan lo que nos pasa; lo que gozamos, sufrimos, anhelamos. Por eso es que la calle es su espacio natural; entre la gente, entre las casas, en las avenidas, los balcones y las veredas. Sacarlas de ese lugar es convertirlas en puro espectáculo. Los corsódromos tienen ese objetivo.
Los corsos nacieron, hace ciento cincuenta y seis años, en la Avenida de Mayo, en la arteria mayor de la ciudad, la que divide el norte del sur, la que conduce desde el río hacia el oeste. Y aunque sus mentores no lo hayan percibido, en la presidencia de Sarmiento, le insuflaron a las murgas su color esencial: el de la calle, el de la experiencia cotidiana, el del sentir barrial y popular.
Es allí donde nacen sus vestimentas, colores, desfiles, saltos y críticas. Un mundo lleno de símbolos que hablan del desprecio a la inequidad y la valoración de lo colectivo.
En este carnaval, la Avenida de Mayo estará sin lamparitas de colores, no habrá corsos, no habrá fiesta. Pero el 1 y 2 de marzo se realizará en el autódromo -¡bien lejos de las calles!- un festejo oficial con un puñado de murgas. En demasiados barrios, el carnaval 2025, pasará inadvertido.
Los Corsos “oficiales” en calles, que se alternarán durante las noches de febrero, serán en el barrio de Boedo, en Villa Pueyrredón, en Villa Urquiza, en Villa Crespo, en Pompeya, en Villa Lugano, en La Boca, y en Saavedra.
En la comuna 9 habrá corsos en Mataderos (Avenida Alberdi, entre Escalada y Araujo los días 1, 2 , 8, 9, 15, 16, 22 y 23 de febrero, 3 y 4 de marzo; en la Avenida Eva Perón entre Araujo y Basualdo, los días 1, 2, 8 y 9 de febrero y en Liniers (Cosquín y Tuyutí) los días 1 y 2 de marzo
Los corsos oficiales en plazas y polideportivos que se alternarán durante febrero y alguna noche de marzo serán: Anfiteatro Parque Lezama (San Telmo); Plaza Richieri (Villa Devoto); Plaza Unidad Latinoamericana (Palermo); Plaza Unidad Nacional (Villa Lugano). Polideportivo Colegiales; Parque Chacabuco, Plaza Dr. Roque Saenz Peña y Parque Saavedra
Redacción; Línea Oeste
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