El Santuario San Cayetano de Liniers, acaba de cumplir 112 años. Es, sin dudas, una de las instituciones más antiguas y significativas del barrio.
La imagen del Santo llegó en 1875. La trajo, desde Santiago del Estero, María Antonia de la Paz y Figueroa –hay quienes afirman que vino caminando-, más conocida como “Mama Antula”, quien fue canonizada por el Papa Francisco en febrero de 2024. Por entonces, María Antonia promovía y realizaba los “ejercicios espirituales” diseñados por Ignacio de Loyola. Y para ello fundó “La Santa Casa de Ejercicios” que aún existe en Avenida Independencia entre Salta y Lima. Puesto que a San Cayetano se lo venera como “el santo de la providencia”, su imagen tenía la finalidad de atraer donativos para el funcionamiento de los retiros.
Años después, por 1830, la comunidad religiosa fundada por Mama Antula, “Siervas del Divino Salvador”, reciben en donación un enorme lote de unas cuatro manzanas en el barrio de Liniers. Son ellas las que llevan una imagen del Santo (la que actualmente se encuentra en el templo) para entronarla en una especie de ermita levantada sobre lo que hoy es la Avenida General Paz.
Debido al trazado de la avenida, a finales del siglo XIX, mudaron la ermita a su lugar actual, con ingreso por la calle Cuzco.
Al principio fue sólo una pequeña capilla que utilizaban las religiosas en la “Residencia de Descanso”, el edificio en el que actualmente funciona una escuela pública.
La población residente en el barrio, aún era muy escasa: chacras, casas de verano y alguna pulpería, pintaban su entorno geográfico. Pero la estación del ferrocarril le otorgaba un movimiento particular, lo que hizo que la capilla comenzara a ser bastante visitada no sólo por vecinos inmediatos, sino de otros parajes aledaños. Además, desde la zona parroquial de “La Candelaria” (Bahía Blanca y Avellaneda, Floresta), hasta Ramos Mejía, no había ningún otro espacio religioso para celebraciones católicas.
Fue en ese contexto que en abril de 1894, algunos lugareños, junto a la superiora de la Casa de Ejercicios, le escribieron una carta al intendente de Buenos Aires solicitando la construcción de un nuevo templo. Pero hubo que esperar algunos años hasta que ello se produzca. Se inició la construcción en 1900 y su inauguración formal y su designación oficial como parroquia, se produjo recién el 18 de enero de 1913: hace ciento doce años.
Un dato de color y poco conocido: la imagen del santo que está en el templo, apoya su espalda sobre la casa de las religiosas. Lo recaudado en esa alcancía, por lo tanto, no es para la vida del Santuario sino para las Siervas del Divino Salvador, propietarias del terreno.
Una historia aparte es la de su condición de Santuario o de templo visitado de manera masiva por miles y miles de peregrinos al año. Ese fenómeno comenzó a producirse en la década del 30 con el “crash” bursátil y la gran depresión económica internacional. La canción “Dónde hay un mango, viejo Gómez” escrita en 1933, describe en tono jocoso lo que ocurría por entonces. Y así fue que el Patrono de la Providencia se fue convirtiendo en el Santo del Pan y del Trabajo. Un poco por construcción popular y otro poco acompañado por los sacerdotes de aquel tiempo que agregaron a su imagen una espiga de trigo.
Las historias de los pueblos, incluso las religiosas, nunca son lineales, siempre están enriquecidas por una variedad de elementos y circunstancias que aparecen, en gran medida, de manera inesperada.
Redacción Línea Oeste
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