Con un título similar al de la hermosa novela de García Márquez, “El amor en los tiempos del cólera”, estamos los argentinos conmemorando una fecha tan nuestra como el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en un  momento  que  nos  encuentra  por primera vez desde su recordatorio, aislados en nuestras casas, en lugar de estar movilizándonos en parques y plazas para homenajear a nuestros desaparecidos durante la dictadura genocida de 1976-1983. Un Estado se convierte en terrorista cuando en forma deliberada y como decisión política, utiliza los medios de los que dispone en forma clandestina y con la complicidad de todos los recursos de los órganos oficiales, para dejar a los habitantes en una situación de absoluta indefensión. La persecución, el asesinato, la desaparición forzada de personas acusadas de subversivas sin juicio previo, la censura de la palabra y la cultura, la desarticulación de toda forma de agrupación, la apropiación de sus bienes e hijos, fueron algunos de los métodos que utilizó la dictadura militar para instalar el terror. Sus consecuencias fueron el miedo social, la ausencia de los desaparecidos, el miedo de los víctimas sobrevivientes y una sociedad empobrecida y fragmentada. El actual gobierno nacional desde que asumió demostró interés y compromiso con los organismos de Derechos Humanos para terminar definitivamente con la impunidad y falta de justicia respecto a los ex represores militares y cómplices civiles desde el silencio institucional y la “obediencia debida”. La memoria, la justicia, la continua búsqueda de nietos que aun no recuperaron su identidad son luchas permanentes que Abuelas, Madres, Hijos  y otras agrupaciones vienen dando batalla en paz pero sin pausa. Muchos represores ya murieron, también Madres y Abuelas, pero quedan los Hijos y Nietos que mantendrán firme la bandera del “Ni olvido ni perdón, Justicia”. Las nuevas generaciones están recibiendo información desde las aulas de sus escuelas y Universidades, desde algunos medios y hasta visitando espacios de tortura recuperados como la ex ESMA y los Centros de Memoria de todo el país, para resignificar nuestro presente y para que esta triste historia no se repita nunca más, que se imponga la verdad y la justicia , pero también la igualdad de oportunidad para recuperar la dignidad que como pueblo necesitamos. 
Este 24 de marzo no estaremos en las calles marchando en recuerdo de nuestros desaparecidos y desaparecidas porque una pandemia nos obliga a estar en cuarentena, Y si bien el aislamiento es una vacuna colectiva y solidaria en que nos cuidamos unos a otros porque ya no sirve el “sálvese quien pueda”; en este día especial es necesario más que nunca que todos y todas estemos unidos en un mismo sentimiento y llenemos la Plaza desde nuestras casas construyendo memoria en defensa de los Derechos Humanos, subiendo en nuestras redes, fotos, imágenes, recuerdos, historias, poemas, canciones, colgando pañuelos blancos en nuestras ventanas y balcones. Porque ellos y ellas se lo merecen siempre.

Ana María Salvador