Linea Oeste

Historia del carnaval en la Ciudad

20/02/2016
Historia del carnaval en la Ciudad

Antigua  fiesta  que en  la época de los romanos se la  llamó bacanales o saturnales, fue bautizada con su nombre actual por el cristianismo, que la admitió como antecedente inmediato de la Cuaresma.

Desde el año 1600 hay registro de festejos de carnaval en el Río de la Plata, producto de la mixtura entre la herencia española y el candombe bailado por los esclavos negros. En épocas de el Gobernador de Buenos Aires Juan José Vertíz se permitieron los bailes de carnaval en locales cerrados organizados en casas particulares y en clubes, los festejos venían acompañados de excesos ya que aparte de reventar huevos, componente principal de los elementos con los que se festejaba, se rompía todo, hasta que por ese motivo en 1795 el virrey Arredondo los prohibió.

En los años siguientes a la Revolución de Mayo, se usaba, en especial entre las mujeres, jugar con agua a baldazos y se estilaba vaciar los huevos y rellenarlos con agua de rosas, aunque a veces eran reemplazados por huevos podridos.

En la época de Rosas para poder tirar cohetes había que tener permiso de la policía y si bien había reglas los  festejos comenzaron a ser  fiestas  peligrosas  ya  que  se producían desmanes, robos, y hasta violaciones, es por esto que el

22 de febrero de 1844, fueron prohibidos por decreto, aunque , dicen los historiadores que también la medida respondió a una necesidad de limitar el accionar de los unitarios aliados de la escuadra anglo-francesa, que bloqueaba el puerto de Buenos Aires.

Las celebraciones se reanudaron recién en 1854, con Rosas fuera del poder, pero esta vez estaba mucho más reglamentado, con mucha custodia policial, y sólo se realizaban bailes públicos en diversos lugares, previo permiso de la policía. También comenzaron a predominar las comparsas, pero debían estar anotadas, así como sus integrantes y las personas que llevaban caretas, que tenían que pedir un permiso y llevarlo encima por si la autoridad lo requería. Ya a partir de 1870 los carruajes comenzaron a desfilar en los corsos, que se hacían en las calles Rivadavia, Victoria y Florida, aunque luego se extenderían a otras calles y barrios. Por esa época los bailes comenzaron a tener importancia . Se hacían a continuación de los corsos en teatros, instituciones sociales, hoteles y residencias particulares. En casi todos los clubes barriales había bailes en carnaval, tanto en la Capital como en el Gran Buenos Aires.

Con los años, la gente de sociedad se fue distanciando y dejó de compartir como antes estas fiestas populares, solo iban a los bailes o se mostraban en los carruajes durante los corsos más importantes. Dejó de existir la camaradería donde los blancos y negros se mezclaban con los ricos y los pobres, los grandes con los chicos. Con los años, el carnaval fue perdiendo su encanto, al punto que empezaron los desmanes de nuevo por culpa de patotas y bandas de personas inadaptadas que siempre armaban pelea, hasta que en 1909 se suspendieron los corsos por los continuos incidentes que se producían.

A partir de 1915 muchas de las famosas comparsas fueron desapareciendo. Fueron siendo remplazadas por las murgas. Los corsos perdían brillo, ya no primaba la elegancia de tiempos pasados. Eran tiempos difíciles y se reflejaba en los festejos del carnaval. Los desfiles fueron siendo dejados de lado por los bailes en gran escala que organizaban diferentes instituciones sociales. En la década del 20 eran muy pocos los corsos que seguían existiendo.

En los años 1920 y 1930, los clubes, los centros sociales y los estadios de fútbol concentraron los festejos. Grandes orquestas típicas se disputaban el favor del público, mientras el corso tradicional ganaba un nuevo espacio en la Costanera para jugar con agua. En 1939, el municipio organizó en la plaza del Congreso "la pista de baile más grande del mundo". En 1953, el gobierno de Perón dejó de organizar el corso oficial, y exigió permiso policial a los menores para disfrazarse.El gobierno de facto del general Aramburu, en 1956, incluyó el carnaval entre los días no laborables, reservados a las celebraciones religiosas.

El siguiente revés se produciría durante la dictadura militar del '76, que prohibió directamente el carnaval, que recién volvería con el regreso de la Democracia en 1983, en 1997 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires los declaró Patrimonio Cultural de la Ciudad y durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se restablecieron los feriados para festejarlo.

Nora Mestre

Fuentes: www.revisionistas.com.ar


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