Linea Oeste

Así la debemos recordar

09/11/2015
Así la debemos recordar

Escribir  sobre  una  persona que ha fallecido, honrar su memoria , hacer un panegírico de su vida, compartir su historia con los lectores no es fácil, lograr el equilibrio justo entre la realidad y los sentimientos es algo difícil de realizar. Cuando la directora de este periódico me pidió esta nota no supe qué responder. La comprendí, sería muy difícil para ella escribir y volcar en palabras la pérdida de su madre.

Yolanda Leiva falleció el pasado viernes 6 de octubre, durante los últimos años  tuvo  un  enemigo constante al acecho : una enfermedad con la que libró mil y una batallas con algunas victorias efímeras y que requirió todas sus fuerzas, humanas y sobrehumanas que volcó en esa lucha desigual.

En este recuerdo prefiero obviar estudios, tratamientos, idas y vueltas en esa loca calesita que todos conocemos tan bien. Prefiero volver al pasado de esta mujer que deja una huella importante en las personas que la han conocido, que han compartido la intimidad de su familia y también en las que simplemente se relacionaron con ella por su actividad social o laboral.

Es que Yolanda era: MAESTRA. En el diccionario encuentro una definición: persona que tiene por función enseñar,  que personalmente o a través de su obra ejerce una enseñanza sobre los demás.

Eso era esta mujer que nació en la provincia de San Juan y allí se recibió de Maestra Normal Nacional, su vocación le marcó el camino en la vida. Se casó muy joven y Jorge, su primer hijo nació cuando ella tenía apenas diecisiete años. Nora, su segunda hija también nació en San Juan. Los primeros años en la docencia los ejerció como Maestra de Frontera en Tartagal, provincia de Salta.

La vida y los constantes vaivenes la trajeron a Buenos Aires, allí encaró una nueva etapa, en esta ciudad nació su tercer hijo Martín.

Continuó siempre en la docencia, en Liniers la conocimos trabajando con niños de primaria en la Escuela Nº 4 D. E. 20 de Ramón L. Falcón y Lisandro de la Torre y en la 18, República de Corea, de Murguiondo 76 donde se desempeñó muchos años, hasta su jubilación como Directora de la misma.

También los adultos recibieron su enseñanza, se desempeñó en horarios nocturnos en la Escuela Provincia de Santa Cruz de la calle Cuzco, en Liniers Norte. Volcó sus fuerzas y admiración en la instrucción de adultos que se acercaban   a la institución con ansias y necesidad de conocimiento.

Ya de adulta, con muchas horas al frente de alumnos también buscó ampliar sus ansias de saber. Estudió y obtuvo su título de Profesora de Historia y Geografía en el Instituto Nuestra Señora de las Nieves y la licenciatura en Historia en la Universidad de Luján.

Ampliando su ámbito de enseñanza al nivel secundario en esas materias.

Los seres humanos somos una suma de partes, una integridad de facetas, Yolanda era maestra, profesora, mamá, estudiante, ama de casa, lectora insaciable, amante de las plantas y las flores. Le gustaba viajar, conocer lugares, su gente, su cultura. Unía el amor por la historia y el pasado con la vida de los habitantes de cada lugar. Viajó muchísimo, con esfuerzo y ahorro priorizando esa vocación de conocimiento. Conoció Europa y gran parte de América, y el interior de nuestro país con su amplia gama de culturas e identidades.

Sin embargo en la mesa familiar permaneció siempre la comida que la nutrió en su San Juan natal, excelente cocinera brindó a su familia empanadas sanjuaninas, humita, guisos típicos y permanece en el recuerdo de quienes tuvieron la oportunidad de disfrutarlo, el sabor de las semitas , tortas de grasa y chicharrón con el que los agasajaba.

Su amor a las plantas, a la tierra se transmitió a los hijos, era feliz con cada brote, quitando cizaña o simplemente sintiendo el aroma de la tierra mojada por el riego sanador.

Dejó huellas, en sus compañeras de t rabajo, docentes que aún continúan con esa maravillosa tarea. En las mamás de sus alumnos que tuvieron un trato con ella durante los años de primaria de sus hijos, y después porque Yolanda tenía una personalidad y una fuerza inolvidable para muchos.

Alumnos, padres, compañeros de trabajo, vecinos, somos muchos los que la conocimos, algunos poco, otros más. Los lectores de este periódico han disfrutado de sus notas y artículos sobre actualidad cultural en el barrio y temas históricos.

Ha quedado su presencia en el recuerdo  de  la  familia  que  la extraña, tres hijos, seis nietos y dos bisnietas que estuvieron junto a ella.

Yolanda partió, queda en nuestro recuerdo una mujer que vivió en plenitud y dejó huellas de su paso. Su nombre completo era Herlinda Yolanda Leiva. Herlinda, pocos supieron que se llamaba así, con humor decía que los padres le habían querido poner Hermosa y le pusieron… Herlinda. El humor y la energía positiva fueron su motor, su energía. Así la debemos recordar. Fue una maestra, alguien “que personalmente o a través de su obra ejerce una enseñanza sobre los demás”.

Alcira Lucena


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