Linea Oeste

1911: La Belle Époque en Villa Luro

16/05/2015
1911: La Belle Époque en Villa Luro

Residencia “Bel Retiro” del Dr. Pedro Olegario Luro

En  “El Libro del Fantasma” escrito   por   Alejandro Dolina,   en   uno   de   sus capítulos surge una frase que dice lo  siguiente:  “Los  narradores  de Historias  han  inventado  muchas mentiras.  Por  culpa  de  ellos,  la gente  ha  llegado  a  dudar  de  la existencia de cosas tan evidentes como el Ángel Gris de Flores y por otro  lado  hay  quienes  creen  en leyendas tan fantásticas como   la del  ferrocarril  que  corría  entre Sáenz  Peña  y  Villa  Luro”.  Con sentido del humor, Dolina, logra mezclar la fantasía con la realidad, dando vida a sus personajes, algo que tal vez nos sirva   como una i n t roducción           para   poder comprender una historia en donde los   sueños   desmedidos   de   los poderosos  dan                impulso  a  un proyecto quimérico,   que termino sin pena ni gloria al poco tiempo de iniciarse convertido en un  fracaso, generando  con  ello  un  mar  de dudas, de las cuales  algunos hasta piensan en ello como si fuera una ilusión, pero existió, fue tan real que logró vivir su propio tiempo, su nombre “La Ciudad de Invierno”.

Los protagonistas de este relato son el Dr. Pedro Olegario Luro, médico, estanciero hombre de negocios y político, impulsor de la construcción del puerto de ultramar de Mar del Plata, obras que comenzaron en octubre de 1911, tesorero de la Sociedad Anónima Mar del Plata Jockey Club, dueño de las tierras donde nacería el actual barrio de Villa Luro (vale recordar la inauguración del apeadero Villa Luro un día 1-12- 1911 pues el día del barrio surgió en base a esta fecha que marca un antes y un después en su formación), propietario de la estancia San Huberto en la provincia de La Pampa lugar donde construyó en el año 1911 su residencia conocida como El Castillo (monumento histórico nacional). En ese predio instaló el primer coto de caza del país, introduciendo especies como el jabalí europeo y el ciervo colorado, generando con ello graves problemas ecológicos, lo que llevó a que algunos lo bautizaran como el “delirante de los ciervos”. El otro socio fue su amigo el escritor y político Gregorio de Laferrere, hombre de gran poder económico, ( ambos fundaron en mayo de 1911 junto al escribano Honorio Fidel Luque el pueblo de Laferrere en el partido de La Matanza), finalmente el último integrante de este proyecto sería el escritor y médico Andrés Demarchi., todo esto ocurría durante un período histórico al que se denominó la Belle Époque.

¿Qué fue la Belle Époque? Un período en la historia de Europa comprendido entre las dos últimas décadas del siglo XIX y el estallido de la primera guerra mundial en 1914 , caracterizado por la expansión del imperialismo (fusión del capital financiero e industrial) en búsqueda de nuevos mercados y materias primas para su creciente producción industrial. Las grandes potencias coloniales europeas alcanzaron en esta época luego del reparto de África su máximo poder mundial, Paris se convertía en la capital del mundo civilizado, las corrientes positivistas y su fe en el progreso hacen su aparición, la economía se globaliza a partir del desarrollo industrial, el comercio internacional y el desarrollo de las comunicaciones ( telégrafo, teléfono, buques de vapor y el ferrocarril). Por otro lado los conflictos sociales fruto de la explotación laboral se intensifican conduciendo a los obreros a organizarse en sociedades de resistencia, sindicatos, surgiendo al propio tiempo los partidos socialistas.

En nuestro país esos tiempos económicos solo beneficiaron a una   elite   representada   por   los grandes terratenientes de la Pampa, impulsores de una economía agroexportadora (el granero del mundo), su resultado se vio reflejada en ellos, con un estilo de vida opulento en donde la ostentación junto al derroche eran moneda corriente, tiempos en donde los niños bien se dedicaban a tirar manteca al techo en los cabarets de Paris,  el orden y el progreso generaban las condiciones ideales para que ellos disfrutaran de largos períodos de ocio en sus vidas, mientras que en el otro extremo la clase trabajadora sumergida en la miseria, luchaba por sobrevivir enfrentando las ideas de la clase social dominante y su modelo económico excluyente. Esta situación quedó reflejada en un libro del médico y abogado catalán Juan Bialet Massé titulado: “Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República” una verdadera radiografía social del país realizado en 1904 (convirtiéndose en un antecedente para la futura legislación laboral), este trabajo lo realizó a pedido del entonces Ministro del Interior el Dr. Joaquín Víctor González, lo interesante de la investigación es que la misma terminó poniendo en tela de juicio a quienes ordenaron hacerla o sea al propio gobierno del general Julio Argentino Roca, al cual hoy se lo recuerda paradójicamente por su lema de “Paz y Administración”.

La ciudad de Mar del Plata no fue ajena a estos hechos, pues la familia Luro estuvo muy vinculada a su desarrollo, recordemos que Pedro Luro fue uno de los cofundadores junto a Peralta Ramos, en el año 1886 llega el ferrocarril a esa localidad, a posteriori y mediante la intervención de uno de sus hijos el Dr. José Luro nace la Sociedad Anónima Bristol Hotel junto a la colaboración de su cuñado Gastón Sansinena y Ernesto Tornquist entre otros, de esa manera comenzaría lo que se considera la piedra basal de la Mar del Plata turística, para atender exclusivamente a lo más selecto de la aristocracia porteña.

Un día 8 de enero de 1888, el Bristol Hotel abrió sus puertas, en su inauguración estuvieron presentes diversas personalidades desde el vicepresidente de la Nación Carlos Pellegrini hasta el futuro Zar de Rusia Nicolás II ( el que fuera ajusticiado durante el transcurso de la Revolución Rusa de 1917) la alta sociedad comienza a abandonar la costumbre de veranear en sus estancias para volcarse a esta zona, pasando la temporada de verano en ella, luego de descansar el resto del año en Buenos Aires. La misma comienza a  ser llamada la Biarritz de Sudamérica, empiezan a construirse en ella las primeras residencias entre las cuales figuraba la del Dr. Jose Luro construida en el año 1887 y conocida con el nombre de “Villa Luro”, estaba ubicada en la diagonal Alberdi entre las calles Santa Fé y 9 de Julio, hoy forma parte del recuerdo (datos que surgen del libro arquitecturas ausentes de Mar del Plata), su hermano el Dr. Pedro Olegario Luro también construye su mansión el “ Bel Retiro” en el cruce de la Avda. Colón entre las calles Santiago del Estero y Santa Fé. , la misma fue demolida en el año 1937.(diario La Capital).

La elite porteña se hacía sentir en la Ciudad de Verano o la Perla del Atlántico, designando a comisionados durante los gobiernos conservadores para llevar adelante sus deseos o caprichos, de tal forma surgen obras como paseos, explanadas y ramblas. A partir de la instalación del voto secreto, por primera vez un socialista Teodoro Bronzini , asume en el año1920 como intendente, de ser una ciudad exclusiva hasta ese momento para los dueños del poder económico, comienza  con  el  socialismo  un proceso  de  transformación  hacia una ciudad abierta, de esa forma se inicia el camino para poder implementar el turismo social, algo que se lograría masivamente en el país durante los primeros gobiernos de Perón , con los hoteles sindicales, posibilitando que un trabajador y su familia pudieran conocer el mar o la sierra.

La Ciudad de Verano era una realidad, pero el Dr. Pedro Olegario Luro ambicionaba más, quería una Ciudad de Invierno, hasta ese momento durante el período invernal la burguesía (dueños de los medios de producción y de cambio) optaban por ir la ciudad de Asunción en el Paraguay, escapando del frío.

Fue por una ley de la legislatura correntina del 17-8-1909 que se le otorgó al Dr. Andrés Demarchi una concesión por 35 años, de un predio de 3141 hectareas, eximiéndolo del pago de impuestos municipales y fiscales para constituir la Sociedad Civil Ciudad de Invierno. El 28-10- 1911 esta sociedad se transforma por medio de un decreto del poder ejecutivo provincial en Ciudad de Invierno Sociedad  Anónima.  Su primer directorio quedó constituido de la siguiente manera: Presidente: el Dr. Pedro O. Luro , Vicepresidente: Dr. Manuel J. Cordiviola Vocales: Dr. Tomás E. De  Anchorena,   Dr.  Miguel   G. Méndez y el Sr. Gregorio de Laferrere , Suplentes: Dr. Nicolás

Avellaneda y los señores Martín Iráizos y Manuel E. Erausquín. Síndico titular: Sr. Orestes Vallejos

, Síndico Suplente: Sr. José Errecaborde . El capital a invertir fue de $ 2.000.000,00 moneda nacional dividido en (100 Acciones de $ 20.000,00) suscriptas en total por 65 accionistas, entre los cuales figuraban apellidos como los de Anchorena, Luro, Roca, Uriburu, Avellaneda, quienes junto a otros competían en alcurnia y fortuna . El costo final de la obra superaría ampliamente el capital inicial.

El lugar elegido, estaba ubicado a 54 km. de la ciudad de Corrientes y a 1140 km. de la Capital Federal, considerado un espacio único con una temperatura media invernal de 16º similar a los de la Costa Azul en Europa, su nombre Empedrado ( la Ciudad de Invierno se encontraba a 5 km al sur de esa localidad), la Perla del Paraná. A principios de 1911 comenzaron las obras, el diseño y la proyección estructural de la Ciudad de Invierno estuvo dirigido por el ingeniero Valentín Virasoro junto al arquitecto y paisajista Carlos Thays, la planificación de la Ciudad de Invierno comprendía una superficie de 3.141 hectáreas las cuales estaban divididas en 158 manzanas, 197 quintas y 24 chacras, la misma contaba con Hotel, Casino, Teatro, Salones de fiesta, muelle, usina eléctrica, escuela, destacamento de policía y prefectura, desvío del ferrocarril, hipódromo ,canchas de tenis, golf, críquet y fútbol.

El Hotel-Casino Continental o Mansión de Invierno contaba con 4 pisos y 2 subsuelos lugar donde se encontraban la bodega y la lavandería, el casino ofrecía 12 mesas de ruleta y bacará iluminadas por arañas, una de ellas con una estructura de bronce de 600 kilos de peso con 136 luces y 140 caireles de cristal de Baccarat, comprada por Pedro Olegario Luro en París, la cual sería traslada posteriormente al Bristol Hotel de Mar del Plata y cuando este es demolido en 1944, la misma tendrá como destino final la catedral de esa ciudad. Este palacio tenía una dimensión de 12.000 metros cuadrados aproximadamente y ll4 habitaciones, en donde todo el moblaje fue traído de París, la cristalería era de Murano y las porcelanas de Florencia, recibió en su inauguración un día 29 de junio de 1913 (datos del libro la ciudad de Invierno de Alberto A. Dominguez) a lo mas selecto de la sociedad local y europea, pero el mismo cerró sus puertas a los tres meses, son diversas las hipótesis sobre este hecho, entre ellas se puede mencionar las siguientes: la crisis económica de 1913 con la perdida de cosechas, lo aislado del lugar, la prematura muerte de Gregorio de Laferrere y Andrés Demarchi, la falta de un criterio comercial por parte de sus fundadores vinculados a otras disciplinas, las peleas entre los socios, el preludio de la primera guerra mundial y lo difícil que resultaba el traslado de pasajeros en barcos por el peligro de la guerra submarina.

Al  día  de  la  fecha  siguen  las investigaciones sobre el tema, lo concreto es que la gran guerra esa disputa entre los imperios centrales quienes se enfrentaban entre sí en una lucha por colonias, materias primas, mercancías, mercados, zonas de influencia y dividendos, determinó que los países en conflicto terminaran usando a los propios trabajadores que explotaban, de un lado y del otro, como carne de cañón, siendo arriados como si fueran ganado a los campos de batalla al compás musical de canciones patrióticas, conducidos de tal forma a esa terrible carnicería humana que costó más de diez millones de muertos y varios millones de heridos y mutilados, esto representó el marco final o telón de fondo a la Belle Époque, cuando en el mundo también se comenzaba a escuchar el grito de ¡Socialismo o Barbarie Capitalista!

La Mansión de Invierno quedó abandonada a su propia suerte, diferentes emprendimientos fracasaron en su momento para recuperarla o  darle otra utilidad, hasta que finalmente fue dinamitada, la selva se ocupó de invadir sus ruinas que hoy siguen en pie, en su corta vida fueron muchos los apostadores que perdieron sus fortunas en las mesas de juego, relatos de los lugareños nos hablan de espíritus caídos, voces de ultratumba buscando el poder perdido, exclamaciones cargadas de nostalgia por el viejo orden conservador, almas en pena que a viva voz expresaban: ¡Que vuelva el fraude electoral y el Liberalismo  Económico!  Sonidos inexplicables que silenciaban el lugar, poniendo en fuga a casi todos los animales de la selva, excepto los gorilas, quienes permanecían en los árboles dando muestras de alegría.

A todo esto la Belle Époque representó para los pobladores del barrio de Villa Luro desde sus inicios y hasta muchos años después de su finalización, una etapa de esfuerzos compartidos, tiempos en donde el trabajo humano (fuente de toda la riqueza) junto a la solidaridad se unían en arduas luchas por conquistar derechos, en ese momento es cuando comienza a florecer el sentido de identidad y pertenencia al lugar. Ellos no conocían los centros turísticos de veraneo, tampoco sabían lo que eran las vacaciones, pues solamente podían disfrutar en su tiempo libre de la geografía de la zona, tal vez recorriendo a pie los diferentes caminos que conducían hasta las orillas del Arroyo Maldonado en búsqueda de ranas o al Parque Olivera (luego Avellaneda) los más audaces trepándose al tren de carga al Riachuelo, el cual con su lenta marcha permitía a los jóvenes arrojarse del mismo en las cercanías del parque, otros en bicicleta esquivando los charcos de agua o el barro y finalmente serían los amantes del fútbol quienes con mucha pasión t erminarían utilizando los baldíos existentes para improvisar sobre esos terrenos, las canchas, convirtiendo a Villa Luro en un auténtico potrero del fútbol argentino. Al respecto diferentes testimonios nos dan cuenta de la presencia en ellas de un ser mitológico, de carácter amigable, baja estatura y de color azulado conocido como “El Duende Velezano” que en sus apariciones incitaba a los vecinos a prenderse en los picados del barrio, como así también una vez finalizadas las jornadas laborales a contemplar con una pala en la mano y un mate en la otra los atardeceres en el cielo Villalurense.

Jorge Luis Santiso


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